- Escribí algo espantoso...-dijo- Siento como si hubiese cometido un crimen...
"Tu cadáver derrumbado en medio de la habitación me observa con unos ojos vidriosos que ya no me conmueven.
Una gota de sudor brota de mi frente, símbolo de un esfuerzo casi imperceptible.
Apenas te desplomaste en el suelo impuse mas presión, hundiendo el puñal en tu pecho hasta el mango.
"Puñal"... suena bien.. suena traicionero...
El asombro en tu rostro fue apenas mayor que cuando me escuchaste decirte "te amo", solo que sin sarcástica sonrisa esta vez.
Entonces de a poco te quedaste inmóvil. Extraje el puñal, porque era mio.
La sangre era tuya, pe
Por José Luis Diaz-Granados Prensa Latina
Hace algún tiempo, el periódico British Journal of Psychiatry, vocero de la psiquiatría en la Gran Bretaña, reveló que los escritores sobrecargan su cerebro d imaginación y en consecuencia sufren con frecuencia de disturbios mentales.
El estudio, realizado por el profesor Feliz Post, se basó en las biografías de un centenar de escritores británicos y norteamericanos y se hizo con el fin de explicar (o de tratar de explicar) por qué los creadores literarios en esos países padecen a menudo enfermedades mentales, ya que según
(Instantáneas urbanas)
-Estroboscópica-
Mujer desnuda dormida en una cama
Mujer despierta desnuda en una cama.
Mujer mirando a su alrededor con aire ausente, intentando levantarse sin éxito
Mujer llorando desconsolada en una cama, desnuda, más desnuda que antes.
Mujer gritando desesperada, maldiciendo, rasguñándose el rostro, en una cama, desnuda.
Escenas mudas, gritos silenciosos que por carecer de sonido no parecen menos desgarradores.
Imágenes en blanco y negro, un anacr&oac
Cada vez que los rayos del sol obligan a mis párpados a desperezarse, mis pestañas revolotean alrededor de tu imagen como mariposas dementes.
Al segundo siguiente decido que no, que mejor me acurruco de nuevo contra tu cuerpo y duermo un ratito más, escondidos los dos en nuestro castillo de sábanas.
Se terminaba aquel día. Si uno miraba al horizonte, se alcanzaban a vislumbrar los últimos rayos del sol, que se convertían en reflejos anaranjados y rojos tiñendo las nubes. Desde el piso 21 es más fácil apreciar ciertos detalles, dijo Carla, ensimismada. Mientras sorbía su vino con lentitud, puso atención a las estrellas que iban apareciendo en la línea lejana de la costa, preguntándose en voz alta cuándo había sido la última vez que se había tomado el tiempo de mirar el cielo por la noche. Me acerqué a su espalda y la abracé por la cintura, conteniendo a duras
PLOC.
La gota volvió a caer. No era la misma. O quizá sí.
El charco se revolucionaba. Cada gota era un nuevo color, un nuevo diseño en expansión.
PLOC.
El ser oculto entre las sombras ya no pudo resistir la tentación y se abalanzó presuroso junto al charco para presenciar el delicioso movimiento generado por la gota internándose en el agua.
Sus enormes ojos oscuros observaron las ondas verdeazuladas bailotear desde el centro hasta las orillas del charco. Sonrió con placer infantil y se llevó las peludas manos al rostro, ocultando así unos pequeños colmillos que quedaban al descu
Dicen que uno nunca olvida su primer beso ni la primera vez que hace el amor. Pero el amor de verdad.
***
El camisón sueña a ser el más volátil de los vestidos en la terraza del hospital. Él baila y ella le sigue, en un tango acompasado por las luces de la ciudad. Entonces, ella se ríe.
- Las enfermeras nos van a matar, les dijimos que íbamos a la cafetería.
- Sí, pero lo que las convenció fue lo del baile.
- Porque era demasiado surrealista como para ser creíble.
- Y sin embargo
- La vida da muchas vueltas. Y quizás yo ya he dado demasiadas. ¿Me traes la sill
Cuando cierta noche, la luna decidió hablar, su voz asumió que no debía salir.
La voz comentó que no quería salir, la poesía no demostraba más pasión que aquellas que la mano de la luna mecía noche tras noche y una voz sin poesía, no es voz.
El corazón le susurraba que lo dijera. Aquellos sonetos de amor que tanto le enviaban y con los que tanto sufrían, debían ser expresados por la locura del sonido. Pero la voz decía que no, que ahora cualquier sonido era considerado arte, y prefería callar a seguir alimentando vacíos.
El ojo de la luna, aquel que todo vigila